(Texto realizado con base en los testimonios de 6 de las 15 mujeres que se encontraban en la Estancia Provisional Migratoria de Ciudad Juárez el 27 de marzo de 2023, recopilados por la organización DHIA. Todos los nombres han sido cambiados a solicitud y por seguridad de las testigos).
Lorena, originaria de Guatemala, estaba firmando unos papeles que le dieron en la estancia migratoria cuando un humo negro y denso comenzó a entrar en el área de mujeres. Detrás del humo llegó una guardia de Migración y le dijo al hombre: “Corre porque esto se está poniendo feo”, y los dos salieron huyendo, dejando atrás a 15 mujeres migrantes encerradas bajo llave.
“No querían sacarnos… La señora (guardia) nos dijo que tenía que pedir autorización para sacarnos. Pero como nosotros le gritamos y, quizá ella, de escuchar los gritos de desesperación de nosotras, se regresó y nos abrió”, relata Lorena.
Ese día, el 27 de marzo de 2023, un incendio comenzó a raíz de una protesta en el ala varonil de la Estancia Provisional del Instituto Nacional de Migración (INM), en Ciudad Juárez, Chihuahua. El saldo del incendio fue de 40 hombres migrantes fallecidos y otros 27 lesionados, la mayor tragedia en contra de población migrante en custodia del Estado. La cifra pudo haber sido aún más trágica, si no hubieran permitido salir a las mujeres migrantes de su celda.
“Yo estaba descalza –continua Carmen, otra migrante sobreviviente–. Todas salimos corriendo y llegamos a una sala donde habían bancas, algunas casi se caen… Bajamos unas gradas (escaleras)”.
El miedo primero se convirtió en llanto y después en coraje. Las mujeres exigían que sacaran a los hombres. Algunas de ellas tenían a sus parejas, amigos e, incluso, a su padre en el área varonil de la Estancia de la que –después dirían los medios de comunicación– nadie encontraba la llave para dejarles salir.
“Nosotras llorábamos y gritábamos que sacaran a los muchachos porque ya no se escuchaba bulla de ellos. Solo se veía que ellos (los guardias) entraban, salían, llevaban una lámpara, entraban y salían, y la guardia decía: ‘Dios es Justo, quizá ellos provocaron el accidente y Dios es Justo porque ellos fueron los que se murieron’”, narra Juana, otra sobreviviente.
Del terror al llanto. Del llanto al coraje. Del coraje a la sororidad. Sentadas en escalones con un incendio incontrolable detrás de ellas y la incertidumbre de saber si sus compañeros estaban a salvo, las mujeres comprendieron que todo lo que tenían en ese momento era las unas a las otras: “Ahí nos cuidábamos entre nosotras”.
Los 30 minutos de parálisis que cobró 40 vidas
El cuerpo humano promedio resiste menos de dos minutos sin oxígeno, pero en un incendio, no solo no recibe oxígeno, sino que se envenena en cada bocanada con el dióxido de carbono que deja la combustión. Por eso es que en un incendio, generalmente, las víctimas fallecen por intoxicación antes de que las llamas las alcancen.
Inicialmente, el INM dijo en comunicado que el incendio habría comenzado cerca de las 22 horas. Sin embargo, de acuerdo con videos de cámaras de seguridad, el humo habría empezado alrededor de las 21:30 horas, como constata la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) en su Recomendación 111VG/2023. Es decir, 30 minutos en los que el caos y la irresponsabilidad de los funcionarios a cargo cobró 40 vidas, más 27 personas heridas.
Los servicios de emergencia tardaron entre 40 y 60 minutos en llegar –según distintas versiones–. Lo que llama la atención es que la estación de bomberos más cercana está a escasos 1.4 km (alrededor de 5 minutos en auto).
“Nosotros no recibimos ningún reporte… Un capitán de turno estaba en supervisión de estaciones vio el humo, se acercó y nos alerta, entonces. Fue una casualidad y es por eso es que afortunadamente podemos sacar personas con vida”, dijo Roberto Briones Mota, director de Protección Civil del Municipio de Juárez al diario La Verdad de Juárez.
“La ambulancia llegó como en una hora y a los muchachos no los sacaron”, dice Carmen. “No sé si ellos (INM) fueron los que no llamaron. ¿Cómo va a sobrevivir la gente (tanto tiempo) con ese humo, con ese fuego? Y nosotras ahí viendo todo”.
Las mujeres fueron testigos de cómo iban sacando los cuerpos sin vida, uno a uno, “tirándolos en el suelo, algunos hasta desnudos… Como los primeros cinco que habían sacado estaban muertos, entonces dijo (la guardia): ‘Dios es justo, quizá ellos provocaron el accidente y Dios es justo porque ellos fueron los que se murieron’”.
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“¿Por qué no apagaron el fuego?”
En el área femenil, las mujeres recuerdan que había un solo extintor, aunque la Norma Oficial NOM-002-STPS-2010 establece que la distancia máxima entre extintores es de 23 metros. Una de ellas le preguntó a la guardia que las cuidó durante el incendio: “¿Por qué no apagaron el fuego, si son medidas de seguridad? Y me dijo que los extintores estaban vencidos”.
“Llegó un señor ahí, a donde nosotros nos tenían en las graditas (escalones) sentadas, recién nos sacaron. Y nos dijo: ‘Los extintores no sirven’, porque él apretaba y no tiraba nada”, relata Lorena.
Aunque por ley, las contrataciones deben ser públicas, el único contrato del INM relativo a control de incendios en sus instalaciones en la Plataforma Nacional de Transparencia es el número CS/INM/016/2022 (por 53 millones de pesos), el cual cubrió (hasta diciembre de 2022) los inmuebles ubicados en Tijuana (Baja California), Tuxtla Gutiérrez (Chiapas), Morelia (Michoacán), Guadalupe (Nuevo León), Puebla (Puebla), Apetatitlán (Tlaxcala), Veracruz (Veracruz) y Central (Ciudad de México). Del resto del país, no fue posible ubicar alguna contratación de este tipo.
Las malas condiciones
Las mujeres migrantes privadas de su libertad en estancias y estaciones migratorias viven las mismas violaciones a sus derechos humanos que los hombres: privación ilegal de la libertad, violación a su derecho de tránsito, al acompañamiento consular, a la traducción (en los casos que así lo ameritan) y el derecho al asilo.
“Al interior de las estaciones migratorias, hemos documentado cómo las mujeres experimentan violencia psicológica, sexual e institucional. Las condiciones de encierro y el hostigamiento por parte de las autoridades, muchas veces para que firmen documentos y acepten su deportación constituyen formas de violencia psicológica, mientras que se han documentado casos donde los agentes de Migración se llevan a algunas mujeres por las noches y las regresan por las mañanas, o tocamientos. La violencia institucional es permanente por parte de las autoridades”, de acuerdo con el Instituto para las Mujeres en la Migración (IMUMI).
Hay violencias menos visibles que viven las mujeres migrantes en detención, como es la privación de elementos higiénicos de primera necesidad, como toallas sanitarias y/o tampones. Y esta situación también se vivió durante la tragedia.
Claudia, migrante salvadoreña, estaba en su periodo menstrual cuando sucedió el incendio. Las dos toallas íntimas que le daban al día (una en la mañana y otra en la tarde) eran insuficientes. La mañana del incendio su pantalón se había manchado de sangre y lo había tenido que lavar. Como no le daban acceso a sus demás prendas, se encontraba en ropa interior cuando comenzó la emergencia.
“Lo lavé y lo sequé en la ventana a que se oreara, a la hora del accidente a mí me tocó salir en ropa interior porque estaba la celda llena, cubierta completamente de humo, y bueno, así me tocó salir en ropa interior”, relata.
La CNDH, en su recomendación 35/2021, estableció que las autoridades encargadas de la privación de la libertad de las personas vulneran el derecho a la salud de las mujeres y personas menstruantes al no proveerles de los artículos necesarios para una menstruación digna.
El hombre que torturaban durante el incendio
Momentos antes del incendio, los gritos de dolor ponían la piel de punta de las mujeres sobrevivientes del incendio. Desde su celda podían escuchar cómo en el cuarto contiguo un hombre estaba siendo torturado.
“Como las paredes estaban pegadas se escuchaban los gritos del hombre… Se escuchaba que le ponían corriente porque gritaba, después de eso ya no se escuchó ningún gemido ni nada”, dice Carmen, otra de las sobrevivientes entrevistada.
“Nosotras decíamos ‘¿cómo no hay ventanas para saber lo que están haciendo?’. No sé si a él lo sacaron o qué pasó con él, no sabemos lo que estaban haciendo”, dice Silvia, otra sobreviviente. “Le pregunté (a la guardia) qué pasó con el que están golpeando y dijo: ‘Ay, está loco, se lo ganó porque está loco’. Pero nunca supimos qué pasó con él”.
¿Por qué las mujeres migrantes de la estancia también son víctimas?
Los brazos de Lorena y Carmen o de cualquiera de las 15 mujeres migrantes que se encontraban en la estancia en el momento del incendio están libres de cicatrices por quemaduras. Ellas tampoco se intoxicaron con el humo de plástico quemado. A ellas las sacaron a tiempo antes de que las llamas o el humo las alcanzaran. Pero las cicatrices que llevan son psicológicas y, por tanto, también se les debe considerar víctimas de la mayor tragedia en contra de población migrante en custodia del Estado.
Aunque ellas no sufrieron heridas físicas, también son víctimas de la negligencia del Estado, pues “su integridad física estuvo comprometida en el incendio”, explica IMUMI.
¿Por qué las mujeres de la estancia también son víctimas? |
De acuerdo con la Ley General de Víctimas, en su artículo 4, se denominará como víctima a la persona que haya sufrido algún daño físico, mental, emocional, o en general cualquiera puesta en peligro. |
Mientras que la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia establece que el Estado debe garantizar las condiciones para salvaguardar la integridad física y psicológica de las mujeres en su territorio, algo que no se cumplió en el caso de las 15 mujeres en Ciudad Juárez, no sólo al momento del incendio sino desde su detención arbitraria y posterior liberación, pues en ningún caso se ponderó el acceso a una vida libre de violencia para ellas. |
“Yo hubiera querido entrar y salvar a mis amigos, todos”, dice Lorena entre llantos. “Tantos recuerdos, momentos que vivimos con ellos… eso no se olvida. A veces recuerdo eso y me pongo a llorar… Hay noches que no duermo. Anoche no dormí de tanto pensar lo que pasó. Tanta familia, tanta gente inocente que murió”.“En el video vimos que los guardias no hicieron nada. Pudieron haber hecho mucho por ellos, pero no hicieron nada… Perdimos a nuestros compañeros, al papá de la niña, que vinieron... juntos. Habíamos sufrido mucho para llegar hasta aquí a donde estamos”.