Un techo de pedazos de lámina y madera, bajo la sombra de un árbol viejo y seco a la orilla de las vías de tren de La Bestia se ha convertido en un lugar de descanso para personas migrantes en su paso por San Luis Potosí.
Ahí está Fredy, guatemalteco de 50 años, quien dejó su país a principios de enero de 2023 en busca –como muchos– de “una vida mejor”. Alrededor del cuello lleva varios rosarios como protección. El secuestro del que fue víctima no le hace perder la fe en ellos.
Fredy forma parte de la enorme cifra negra que se escapa de la estadística de la Unidad de Política Migratoria de la Secretaría de Gobernación, la cual asegura que en lo que va de 2023, 60 personas migrantes han sido secuestradas –13 de ellas, menores de edad–.
En promedio, 19 personas migrantes son secuestradas al día en México, pues según el “Informe Especial de la CNDH sobre el estado que guarda el tráfico y el secuestro en perjuicio de personas migrantes en México 2011-2020”, la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) contabiliza 70 mil personas en movilidad víctimas de secuestro y trata en 10 años.
Fredy viajaba en un autobús con un grupo de alrededor de 30 migrantes procedentes de Venezuela, El Salvador, Guatemala y Honduras, cerca de El Huizache, en el municipio potosino de Matehuala, el 24 de febrero de 2023, cuando fueron interceptados por un grupo de hombres armados.
En ese sitio los bajaron del autobús, les quitaron sus pertenencias, los golpearon y algunas mujeres en contexto de movilidad fueron violadas. Todo esto mientras los mantenían sometidos en el piso, encañonándoles con armas largas, directamente a las cabezas.
“Solo alcanzaba a ver sus botas. Mientras a ellas las violaban, a nosotros nos quitaban todo, hasta los zapatos. Es un camino muy duro, bien difícil”, relata Fredy para Bajo la Bota.
Nadie del grupo presentó alguna denuncia, algunos -como Fredy- regresaron a la capital potosina para recuperarse y conseguir dinero para retomar el viaje.
El sacerdote Marco Antonio Luna Aguilar, director de la Casa de la Caridad, un albergue para personas en contexto de movilidad, fue de las primeras personas que hablaron con el grupo secuestrado. Para él, historias como las de Fredy se repiten cada vez con más frecuencia.Además de los secuestros, las personas migrantes sufren extorsiones, asaltos, vejaciones y violencia sexual, “sin que nada suceda para impedirlo”, dice en entrevista.
Carretera 57, la ruta del terror
Las brechas –caminos de terracería– son cada vez más utilizadas por las personas migrantes, quienes buscan evadir los retenes de la Guardia Nacional (GN) y el Instituto Nacional de Migración (INM) que se ubican principalmente entre los municipios de Guadalcázar, Cerritos y Matehuala. Sin embargo, esto los vuelve presa fácil para el crimen organizado.
El tramo de 44 kilómetros que separan El Huizache de Matehuala, en la carretera 57, está considerado como el más peligroso del país. Es precisamente esta ruta, la que los migrantes han tomado como alternativa en los últimos meses.
Dos mediáticos secuestros masivos durante abril y mayo de 2023 evidenciaron la falta de control de las autoridades potosinas y federales en la zona, pero el 24 de julio, el encargado de la seguridad pública en San Luis Potosí, Guzmar Ángel González Castillo, declaró que han rescatado a 900 personas migrantes durante los primeros siete meses de 2023.
El primer secuestro masivo ocurrió a principios de abril. Una denuncia por parte del dueño de la empresa turística Grupo Eifel encendió las alertas: 23 personas que habían salido de San Felipe Guanajuato en dos de sus camionetas tipo van, desaparecieron.
El escándalo mediático llevó al rescate de las víctimas. Aunque la sorpresa fue que no sólo había 23 personas privadas de la libertad, sino 86, de las cuales 59 eran de origen extranjero.
Juan, una de las víctimas de origen venezolano que por seguridad prefirió permanecer en anonimato, relató en entrevista con medios de comunicación que los captores pedían 3 mil dólares a cada uno, como rescate.
Agregó que los secuestradores se presentaron como integrantes del Cártel del Golfo (CDG), quienes los amenazaban con la muerte en caso de no pagar el rescate.
El segundo secuestro se registró el 16 de mayo de 2023. En esa ocasión, un autobús de la empresa Hevatour’s, que transportaba 50 personas migrantes y dos choferes desde Tapachula, Chiapas, fue interceptado casi en el mismo tramo de la carretera 57.
El dueño de la empresa, Perfecto Vázquez, narró que los captores -quienes también dijeron pertenecer al CDG-, le exigieron mil 500 dólares por persona.
Ninguno de estos casos se ha registrado en el boletín de la Secretaría de Gobernación de los delitos perpetrados en contra de personas migrantes.
También te puede interesar: La GN se colude con criminales para traficar migrantes en México
¿Por qué las personas migrantes no denuncian?
En México, 93.2% de los delitos no se denuncian, según la última edición de la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública (ENVIPE) que elabora el INEGI. El porcentaje podría ser aún mayor para las personas migrantes, estimó Víctor Sánchez Valdés, investigador de la Universidad Autónoma de Coahuila, especialista en temas de seguridad pública y crimen organizado.
En el caso de los crímenes en contra de personas migrantes, expresó que “muchas veces no se denuncian porque están de paso, tienen miedo y no necesariamente certeza de sus derechos”.
Según la ENVIPE, la pérdida de tiempo y la desconfianza en la autoridad son las razones por lo cual los delitos no se denuncian en México, asimismo, San Luis Potosí ocupa el segundo lugar a nivel nacional en la cifra negra con el 96.3%.
El incremento de la inseguridad en el tramo se debe a que las organizaciones criminales encontraron diversas fuentes de ingresos al secuestrar personas migrantes, pues además de pedir rescate a sus familiares, en caso de que no puedan pagarlo, los obligan a pagar su propio rescate forzándolos a trasladar sustancias ilícitas en su trayecto, detalló Sánchez Valdés.
A este fenómeno se suma la incapacidad de las autoridades para hacerle frente a los grupos criminales, o en su caso, “en el peor de los casos, la complicidad con las organizaciones criminales”.
Así, las personas avanzan en su tránsito al “sueño americano”, en medios de las pesadillas vivas que sufren en su paso por México, en medio de la impunidad, enfrentándose a riesgos que los pueden marcar de por vida o a perderla, en el peor de los casos, sin que ello al menos se registré en las estadísticas oficiales.